Un amor de otra galaxia
Prólogo
Un amor de otra galaxia está escrito en el curso de mi último año. Antes de su forma actual, varios de sus capítulos fueron notas de memorias de mi acontecer diario. Su creación ha sido una rara y gran experiencia creativa que merece ser contada y explicada, por dos razones: la primera para que cada persona que quiera convertirse en escritor, entienda que solo para serlo se debe poseer ese insaciable y abrasivo vicio de escribir, y la segunda, que lo único que es más perfecto que lo perfecto, es aquello que se recupera después de quebrarse, y sí, desde mi punto de vista, es la filosofía más bonita que existe, porque un ser humano reparado es más alentador que un ser humano que nunca sufrió nada.
Durante mi último año tomé notas de todo lo que me ha hecho sentir estar enamorada, cada nota la escribí como la sentía, con emoción para no perder detalle de esa aventura fascinante en la que me sumergí. Sí lograba escribirlo todo con un mismo trazo, y con una unidad interna de tono y estilo, se volverá la historia más inseparable en la memoria de cualquier lector.
Mi propia historia me sorprendió: los temas que contaré se convirtieron en mi filosofía de vida. Tratar de recuperarte a cualquier precio, es un trabajo tan arduo como escribirlo, logré construir mi historia de amor sin fin. Será una novela que publicaré en cualquier momento, pero quería hacer una versión online, porque muchos han perdido amor a leer un buen libro, y prefieren irse más a la inmediatez de la tecnología. Como estrategia para impulsar mis expectativas, contaré mi historia en esta ventana.
Aquí está listo, un amor de otra galaxia, mi última historia de amor. Su drama es la verdadera esencia de un amor real. Mi mentora Rosa Montero me enseñó que los escritores somos apasionados, con la misma intensidad que escribimos sabemos amar. Ser intenso y dramático son grandes virtudes en mi área.
Siempre he creído que toda versión de una historia es mejor que la anterior. ¿Cómo saber cuál es la última? Es un secreto del oficio que no obedece a las leyes de la inteligencia sino a la magia de los instintos.
UNO
Así comenzó la magia
Me he acostumbrado a ordenar los recuerdos de mi vida en letras. He tenido pocas parejas, pero cada una ha sido clave fundamental en la construcción que marcan mi memoria, convirtiendo el informe barullo del tiempo en algo organizado. He redactado muchos párrafos, innumerables páginas, incontables artículos, mientras camino o simplemente conduzco, por ejemplo: dentro de mi cabeza voy moviendo las comas, cambiando un verbo por otro, afinando cada adjetivo. En ocasiones redacto mentalmente la frase perfecta, y si no la apunto a tiempo, se fuga de mi memoria. Escribir, en fin, es estar habitado por un revoltijo de fantasías, a veces agitadas y enfebrecidas como el delirio de un loco. Así nacen las novelas, a partir de algo ínfimo. Un día del año 2014 estaba trabajando como asistente de producción en un programa de televisión en Venezuela, era más o menos como las nueve de la mañana y recuerdo que me dirigía al estudio. Era uno de esos días típicos de grabación, donde la productora no tenía orden en sus invitados y pidió colaboración para atender a los artistas. Caminando hacia la entrada del canal, yendo despacio, pasé junto a varios chicos que jamás había visto. Sobre el costado de un mueble estaba él, J.G.M. parado; intranquilo; con especial timidez, con una sonrisa encantadora, a su espalda tenía colgada su guitarra. Vi sus ojos a distancia, y en un silencio irreal sus ojos impregnaron mi alma. Esa pequeña proyección, alimentó mi energía, porque su fachada fue lo primero que vi, pero mi interior con el corazón adherido no comprendió, que mientras mis ojos se dejaban llevar por la esencia del artista, mi alma se enamoraba de su ser. Un CD con su autógrafo y un besito en mi mejilla, fue lo que me quedó de ese día. Todo empezó hace muchos años, cuando no entendía mucho de las vivencias sentimentales disparatadas, pero así comenzó la magia, un recuerdo que parece irreal. Ser novelista consiste exactamente en esto. En describir. Por suerte una parte de mí estuvo ahí y quizás aún lo esté. Tal vez la sensación de inmortalidad que sentimos cuando amamos sea una intuición de nuestro triunfo orgánico.
DOS
La fragilidad de los instantes
Los humanos tenemos habilidad para complicarlo todo, convertimos la pulsión elemental de supervivencia en el delirio de la pasión. Y esas pasiones la mayoría de las veces, crean imaginaciones monstruosas. De todas mis vivencias sentimentales, esta ha sido la más profunda, pero es la que se ha sentido más irreal. El día que vi por primera vez a J.G.M. estaba caminando de un lado al otro, porque teníamos que organizar la logística de la presentación, entre tanto todo tomaba su curso, el tiempo libre de la espera me daba la oportunidad de acercarme y conversar un poco con él. Era un cantante famoso, estaba en Venezuela, impulsando el éxito de su carrera musical. Mientras J.G.M. y su compañero hablaban de su trayectoria, mis ojos detallaban su rostro. Era tímido, su mirada era profunda. Ojos color café percibí a través de unas gafas, y su esencia desbordaba sencillez. Me atrapó, lo admito. Corría el tiempo, para bajar la tensión de la espera, hacíamos chistes, para dar un ambiente menos tenso. Sin pensarlo, tomé un marcador y le pedí que le pusiera su autógrafo a un CD, que contenía todos sus promocionales, lo hizo con encanto. Para ser sincera no conocía todas sus canciones, pero al tener el CD, podía buscar claramente en Internet toda su música. Ese miércoles al pasar la hora, la productora suspendió el programa, dando a entender que la pauta quedaría para el otro día, efectivamente, J.G.M. su compañero musical y su equipo de trabajo, indicaron que sí asistirían sin problema. Me despedí con amabilidad, y atada a la esperanza de volver a verlo al otro día. Me llamó la atención, claro que me gustó. En esa época no era más que una niña encantada por un artista internacional, que sólo había visto una sola vez. Modo fan enamorada. Mi llegada al otro día al canal fue animada, con una sonrisa esperaba el momento de su llegada, pero no, a decir verdad no llegó, porque era evidente que su gira de medios iba al ritmo de una agenda de trabajo. Y su tiempo no daba para volver. Lo que había calculado en mi mente, ya no tenía sentido.
Continuará...
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